Sin Dios -- Mario Benedetti.

lunes, 19 de mayo de 2008

Seguidores de Maximón.

El síndrome de Maximón.

El síndrome de maximón es una metáfora utilizada por Mario Roberto M.; que trata de explicar el contenido multicultural-intercultural de nuestro país, acentuando la identidad ladina-indígena como dicotómica ó sincrética según la existencia del individuo.

De Maximón:

Esta deidad indígena se encuentra en lugares como Santiago Atitlán, San Juan La Laguna y Zunil, y también en San Andrés Itzapa, donde recibe el nombre de San Simón. Los antropólogos que la han estudiado piensan que la imagen está asociada con San Pedro, con Judas Iscariote y con Pedro de Alvarado, pero a mí me parece que también debe tener una identidad precolombina que puede estar asociada con algunas de las múltiples transfiguraciones de Kukulkán, la serpiente emplumada, unión de reptil y ave, de cielo y tierra, la deidad máxima de los mesoamericanos, porque su facultad transfiguradora (típica de las deidades precolombinas, que también eran andróginas) así parece sugerirlo. Símbolo de la unidad y lucha de contrarios como fuente del desarrollo y de la multiplicidad de lo real, la serpiente emplumada origina a todas sus variantes divinas mediante transfiguraciones infinitas que pueden afirmarla o negarla y que, precisamente por ello, le otorgan una perenne movilidad en el tiempo.

Un hecho fascinante es que el Maximón de Santiago es una máscara debajo de la cual no hay rostro. Por lo que se puede decir que Maximón es la máscara y, por ello, es (representa) la capacidad transfigurativa, la negociación de identidades, el movimiento del mestizaje intercultural. En suma, es una deidad-sujeto interculturadora, y en eso es igual a sus feligreses indígenas y ladinos.

De la identidad:

Es pues, nuestra habilidad para transitar de un código cultural a otro, de una identidad a otra en una realidad intercultural e interétnica dinámica como es la nuestra. Este síndrome puede ser conflictivo y doloroso en el caso de indígenas que se sienten culpables por desear el modo de vida ladino y criollo, y en el caso de ladinos y criollos que se avergüenzan de su ancestro indígena. Pero puede ser pleno y gozoso en quienes asumen su particular mestizaje como identidad digna y saben valorar ambas vertientes de su cultura y su etnicidad. En estos casos, el síndrome de Maximón es una bendición. En los otros, es el infierno.

La pregunta obligada:

¿De qué manera padezco o gozo yo el síndrome de Maximón?, es la pregunta obligada de los guatemaltecos mestizos (¿los hay que no lo sean?), indios o ladinos. Y de la respuesta sincera a ella dependerá la semilla de conciencia de la que brotará la democratización interétnica de nuestro país, ya que responder a la interrogante implica un proceso de autoconcientización acerca del propio mestizaje, con lo que estaríamos logrando realizar una dinámica autoeducativa en el sujeto interétnico, que será el principal protagonista de las acciones del gran frente popular interétnico e interclasista que buscará construir una nueva hegemonía asimismo interclasista e interétnica, para diseñar y poner en práctica un interés nacional democrático que nos incluya a todos en un proyecto económico de producción, empleo, salario y consumo.


De la obra de Mario Roberto Morales, El síndrome de Maximón.

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